Si hay algo que aprendí en estos años es que una reunión nunca es sólo una reunión. Puede ser un espacio de decisión, un encuentro que define un rumbo, o simplemente un momento de prueba en el que una necesita mostrarse firme, aunque por dentro haya dudas.
Yo viví muchas de esas situaciones, tanto en mi rol personal como en el de empresaria en Argentina, donde cada día trae un nuevo desafío. Y descubrí que la ropa no es un detalle menor: puede convertirse en un ancla que me sostiene.
Cuando la ropa es un aliado
Hubo mañanas en las que me levanté con poco ánimo, sabiendo que tenía reuniones duras: con proveedores, con el equipo, con clientes. Y elegir bien qué ponerme fue como ponerme una armadura suave. No para esconderme, sino para recordarme que yo podía con eso.
En un país tan cambiante como el nuestro, donde manejar un negocio es remar en dulce de leche, tener pequeñas certezas ayuda. Y un outfit elegido con intención es una de esas certezas.
Mis aliados en esos días
Pensando en ustedes, armé una lista de prendas que siempre me acompañan en reuniones y que hoy forman parte de la colección:
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Una camisa liviana. Una que me dé estructura y, al mismo tiempo, movimiento.
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Un vestido NI. Ni demasiado formal ni demasiado relajado, me hace sentir femenina y segura a la vez.
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La blusa fresca. Con un buen corte, levanta cualquier pantalón y me acompaña de la mañana a la noche.
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Un pantalón ancho. Cómodo, elegante, que me sostiene sin que lo sienta como un disfraz.
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Un accesorio con intención. Un pañuelo, un collar, algo que me recuerde que en los detalles también está mi personalidad.
