A veces me preguntan por qué me dedico a esto, por qué pongo tanto empeño en elegir cada prenda que llega a Totó. Y siempre respondo lo mismo: porque la ropa nunca fue, para mí, sólo ropa. 🌿

Cuando era más joven me divertía cambiar de estilos, probar, arriesgar. Hoy, ya con hijos grandes, con una vida que pasó por tantas etapas, miro la ropa de otra manera. La veo como un espejo de lo que estoy viviendo por dentro. Un outfit puede ser una declaración silenciosa de cómo me siento y de quién quiero ser en ese momento.

La ropa como compañía emocional

He tenido días en los que me sentía apagada, sin energía. Y bastó ponerme un vestido que me abrazaba bien, que me quedaba cómodo y me daba luz, para que cambiara la manera en que encaraba el día. No fue magia: fue sentir que tenía una aliada conmigo.

También me pasó al revés: estar entusiasmada y querer que todo lo que llevaba puesto acompañara esa alegría. La ropa tiene esa capacidad de amplificar lo que sentimos. Y por eso creo tanto en los outfits como herramienta de transformación.

Outfits que me recuerdan quién soy

Con los años aprendí a elegir desde otro lugar. Ya no me interesa seguir una tendencia porque sí, sino elegir lo que me da libertad. Y cuando viajo —porque viajar siempre fue uno de mis sueños y aún me faltan muchos destinos por conocer— me inspiro con los colores, las texturas, las telas de cada lugar.

En mi lista pendiente está Marruecos, con sus telas bordadas y mercados llenos de vida, zonas de Italia, con esas mujeres maduras que caminan seguras de sí mismas aunque lleven algo simple. La India!!! Ese tipo de imágenes me nutren y se traducen en lo que busco traer a la tienda.

Cada prenda que selecciono no es casual. Me gusta pensar: ¿qué sentiría yo si la usara? ¿qué podría significar para cada mujer que la elija?

La mirada de la madurez

La vida cambia cuando los hijos crecen. Ya no estoy pendiente de lo mismo que antes. Hoy disfruto de otras cosas: charlar largo en la mesa, salir a caminar tranquila, elegir mi ropa con calma. Y en esa madurez, entendí que vestirse bien no es vanidad: es respeto propio, es recordar que merecemos sentirnos bien todos los días.

Un outfit puede ser ese recordatorio. Puede decirte: “vos importás, cuidate, mostrate como te gusta.” Y eso, en esta etapa, tiene un valor enorme.

El detalle que cambia todo

Me gusta observar en el showroom cómo cambia la cara de una mujer cuando encuentra “esa” prenda. Entra con dudas, se prueba, y de repente se endereza, sonríe distinto, se reconoce en el espejo. Ese momento no tiene precio.

A veces no es un vestido entero, sino un detalle: una textura suave, un color que ilumina, un corte que estiliza sin esfuerzo. Lo que más me emociona es que la prenda no la cambia: ella se redescubre a sí misma gracias a la prenda.

Ideas simples para tu día

Si hoy tuviera que darte 3 consejos rápidos, serían estos:

  1. Elegí una prenda que te dé seguridad. Esa que sabés que te queda bien siempre, aunque el día sea caótico.

  2. No subestimes el color. Un tono cálido puede levantarte el ánimo más que cualquier café.

  3. Permitite jugar. Aunque tengamos 40, 50 o 60, nunca dejamos de necesitar probar cosas nuevas.

Quiero escucharte

Me encantaría que este blog no sea un monólogo, sino una conversación. ¿Qué outfit te cambió un día gris? ¿Cuál es esa prenda que siempre te salva?

Contame, compartamos! Porque sé que no soy la única que siente que la ropa es mucho más que tela.

Escribime aca: [email protected]

 


✨ Dejate inspirar con mi nueva colección!